TENDER EN EL COMEDOR

Mención Honrosa

Perdí la virginidad en Boedo. En la cama de su hijo, pero el departamento era de ella. Sí que me quería. El primer pucho se lo fumaba desde la cama. El humo vivía en la ropa húmeda del tender en el medio del comedor. Cocinaba y comía de todo, menos huevo frito, decía que hacía mal. Después se chupaba el borde de la copa de vino blanco, se prendía otro pucho y te sonreía. Los dientes eran todos postizos, pero no te dabas cuenta si no te lo decía. Ella sí que me quería. Algunos días eso me alcanza.

Natalia Kellner, 48 años, Barracas.

Ilustración: Esteban Serrano