Primer Lugar
La tía María de Barracas tenía las piernas como dos damajuanas. Vivía en la pobreza más absoluta en una casa tipo chorizo, de las que ahora son buscadas para reciclar porque no pagan expensas. Quedó viuda de muy joven y su único hijo se mató en un accidente de moto. Tenía la extraña costumbre de tener siempre en la heladera una botella de vidrio vacía. Cuando por primera vez quise –de comedida– llenarla con agua del grifo, casi me pega la tía. Yo por ese entonces, aún desconocía, que la guardaba para quien no quisiera tomar nada.
Elizabeth Casinelli, 51 años, CABA.
Ilustración: María Luque