Mención Honrosa
Era nuestro juego preferido: una era Ava Gardner, la otra Liz Taylor. O Blackie y Pinky… Nené y yo, convertidas en estrellas, nos largábamos a hablar con la pared. En un momento dado había que contar minuciosamente las respectivas andanzas. Luego, volvíamos a sumergirnos en aquellos monólogos de divas hasta que nos llamaban los mayores. Cuando nos mudamos, mi abuela me llevaba en tranvía a lo de Nené, que ya hacía gestos extraños. La última vez que la vi, habíamos cumplido los quince. Fue en el patio de su casa. Nené estaba de espaldas y hablaba solamente con la pared.
Aída Delpiero, 77 años, CABA.
Ilustración: Florencia Gavilán